Enfrentar una pandemia en pleno siglo XXI nos deja un interrogante: ¿Cómo podríamos afrontar los retos de la nueva normalidad?
El Covid-19 demostró que no estábamos tan preparados para los cambios que afrontamos y más aún, que nuestro sistema económico no está diseñado para encarar nuevas realidades en las que toda la población es vulnerable.
“Debemos reinventarnos” es el mantra que más se escucha estos días. Reinventar, bonita palabra… Según el diccionario significa volver a inventar, algo que suena casi ridículo en pleno año 2020. En una sociedad que da señas de haber inventado todo ya. Pero la sabiduría popular es sabia.
El psiquiatra Luis Rojas Marcos dice que: “Reinventarse siempre es algo provocado, por lo general no cambiamos si no se nos obliga a ello”
Esta definición nos lleva a entender que en la reinvención existe un elemento externo inesperado que nos obliga a realizar cambios internos, no necesariamente a inventarnos pero sí a cambiar.
Pensando en el ámbito empresarial hay ejemplos claros. En esta situación de pandemia estamos contemplando cómo empresas productoras de moda rápida pasan a producir mascarillas/tapabocas. O fabricantes de vestidos de baño lanzándose a crear ropa con todas las normas de bioseguridad y diseños propios.
Empresas que no sólo han reaccionado de forma rápida sino también acertada a esta nueva realidad nos hacen preguntarnos cuál es el secreto para lograrlo.
Hay multitud de respuestas, pero todas con un elemento común: “Factor humano” ese que es capaz de proponer ideas acordes al mercado, a la capacidad instalada y a las posibilidades de cada empresa.
Esta no es la única pregunta. ¿Cómo contar con talento que esté a ese nivel y pueda hacer propuestas que salven mi negocio? Gran enigma que quisiéramos resolver con una fórmula mágica, y aunque no tenemos esa respuesta asombrosa, podemos sugerir una alternativa que han utilizado varias de estas empresas multifacéticas: Apostando por el recurso humano, no sólo desde el punto de vista discurso, sino desde la estrategia de organización, empoderándolos en los procesos, capacitándolos para tomar decisiones y creando espacios en los cuales se escuchen y se compartan sus ideas.
Todos llegamos a las organizaciones con ganas de hacer las cosas lo mejor posible, de sumar, de aprender, pero con el paso de los años ese entusiasmo se ve mermado y terminamos haciendo las cosas un poco mecánicas y sin sentido. Algo que afecta nuestra vida personal, generándonos una sensación de sinsentido, y a la empresa una latente amenaza de fuga de talento.
Por esta razón es importante apostar por el talento y “Transformar” las organizaciones en las que pasamos más de la mitad del tiempo de nuestras vidas. Entendiendo la transformación como: hacer que algo sea distinto sin alterar totalmente sus características esenciales, algo que resulta muy bonito porque reconocemos a las empresas como un ser vivo, con unas características irrenunciables.
Ahora bien, es habitual escuchar en el discurso de varias organizaciones, que están orientadas a transformarse digitalmente, contando que realizan acciones para cambiar los procesos del negocio, optimizando y eliminando aquellos que no son de valor para la empresa. Acciones que, aunque no son erróneas, no corresponden a un proceso de transformación digital sino a una reingeniería de procesos.
El propósito de la transformación digital es aplicar la tecnología para mejorar y automatizar el trabajo, liberando tiempo que puede ser mejor utilizado: analizando información que nos genera el cliente o que producimos nosotros mismos en el interior.
¿Y entonces dónde radica la diferencia entre estos dos conceptos? La respuesta es sencilla y reiterativa: en las personas, pues en la reingeniería ponemos el proceso como protagonista y en la transformación digital al empleado, tratando de eliminar de su día a día acciones rutinarias que le impiden aportar el máximo de sus capacidades al negocio.
Este enfoque resulta clave para lograr hilar la estrategia del negocio o visión de futuro empresarial con nuestro activo más importante: Las personas, quienes pueden llegar a salvarnos de las situaciones inciertas que nos depara el futuro, como vivimos actualmente.
En este episodio de nuestras vidas, con tintes de guión de ciencia ficción, lo más seguro es que las empresas se vean orientadas a empezar procesos de transformación digital que les permita afrontar de una forma distinta esta nueva normalidad. Sin embargo, y pensando en dar consejos que puedan resultar útiles para tu compañía, sugerimos algunos que pueden ayudar en este proceso de reinvención:
- La transformación digital debe ser integral, y debe permitir la adaptación a una nueva realidad, en la cual vamos más allá de la adopción de ciertas tecnologías vanguardistas que estarán siempre en constante cambio. Nos sitúa en una posición ventajosa, podemos ver hacia dónde va el mercado y nos permite reconocer nuestras principales fortalezas como organización, retándonos al mismo tiempo a mejorar nuestro quehacer sin perder la magia que tanto valoran nuestros clientes.
- La transformación hacia un contexto digitalpermite gestionar la innovación, transformando el ADN organizacional, y permitiendo identificar oportunidades estratégicas de sostenibilidad y crecimiento a lo largo del tiempo.
- El activo más importante son las personas, por esto antes de un proceso de transformación debes trabajar con todo el equipo en una sensibilización que les permita abrir su mente al cambio y situarlos como gestores de las mayores transformaciones al interior de la compañía.
- Si vas a iniciar un proceso de transformación deberías idealmente hacer un diagnóstico del “estado digital” de cada integrante de la empresa, en el cual identifiques: competencias y habilidades digitales, nivel en el manejo de herramientas/conceptos digitales y su apertura para trabajar de formas distintas. Una vez que se tiene el diagnóstico, lo ideal es segmentar a todo el equipo por “niveles digitales”, y pensar en planes de crecimiento en habilidades personalizados.
- Como acciones de sensibilización puedes elegir formar en temáticas digitales que estén acordes al mercado y al momento del negocio. No subestimes la formación, esta puede motivar a cada persona del equipo a aprender cada día más, aplicando lo aprendido a los retos de su rol.
- La transformación digital es un proceso, pero no por esto puedes dejar de desarrollar intervenciones tácticas en proyectos de corto plazo que reviertan en la utilidad del negocio. El dinero que inviertes en los procesos de transformación digital te permite afrontar con serenidad los cambios que propone el futuro, pues el equipo estará capacitado para empatizar con las necesidades del cliente y para proponer constantes transformaciones de sus procesos que permitan mejorar el servicio.
Siempre hay mucho más, te animamos a ver cómo personas relevantes de organizaciones de muy diferentes características están afrontando los retos de hoy, en nuestro anti-study y también, te invitamos a ver el caso de Zendal, una compañía de biotech que está transformándose para evolucionar a través de la innovación constante y la digitalización como base para apoyar su visión.